Loving Living Barcelona

My everyday experiences and adventures in Barcelona / Mis experiencias y aventuras del día a día en Barcelona

Parque de la Ciudadela


ENGLISH 

I fondly remember those school excursions to Parque de la Ciudadela, usually involving a visit to either the Natural History Museum, where we were astonished at the magnificent whale skeleton in the entrance, or to the zoo and a walk around the park. I remember one day we found a man sitting on a bench drawing on a small piece of paper the sculpture in the middle of the lake, a group of onlookers gathered around him and the man finally decided to raffle his drawing among his young fans. I was not the lucky one who took it home. I also remember how, after eating our sandwich (noone took tuppered food those days), we spent hours (maybe they were just minutes but we know that the perception of time at those tender ages is totally different) playing hide and seek between the legs of the mammoth and climbing the huge bronze cat, you can now find it in the Rambla del Raval and observe that it is not so huge.
Little has changed in the park over the years except perhaps thanks to the ethnic diversity that this city offers, its visitors who are now more and from varied places, they come here to spend their days off looking for some green and the fresh air offered by this park in the middle of the city.

---------------------------------------------------

ESPAÑOL 

Recuerdo con ternura esas excursiones con el colegio al Parque de la Ciudadela; generalmente la salida implicaba una visita a, o bien al Museo de Ciencias Naturales, donde nos quedábamos boquiabiertos ante el magnífico esqueleto de ballena que había en la entrada, o bien al zoo y una vuelta por el parque. Recuerdo especialmente un día en el que encontramos a un hombre sentado en un banco dibujando en un pequeño trozo de papel la escultura que se encuentra en medio del lago; un grupo de curiosos nos reunimos a su alrededor y el señor finalmente decidió sortear aquel dibujo entre sus pequeños admiradores, no fui la afortunada que se lo llevó a casa. Recuerdo también como después de comer nuestro bocadillo (en aquella época nadie llevaba fiambreras) pasábamos horas (quizás fueran solo minutos pero ya se sabe que la percepción del tiempo a esas tiernas edades es totalmente diferente) jugando a escondernos en las piernas del mamut y subiéndonos en el enorme gato de bronce que ahora podéis encontrar en la Rambla del Raval y que observaréis que no es tan enorme. 
Poco ha cambiado en el parque en todos estos años salvo quizás, por la diversidad étnica que regala ésta ciudad, sus visitantes que son cada vez más y de sitios más variados que vienen aquí a pasar sus días libres buscando un poco de aire fresco que nos ofrece este parque en medio de la ciudad.


0 comentarios:

Publicar un comentario